Un baño de burbujas con traje de Rana René
Existió no hace mucho tiempo
un niño cuya familia ostentaba grandes lujos y una posición social muy
importante en el lugar que estos vivían. Carros lujosos los llevaban a los
lugares más finos y caros de la cuidad. Su ropa era comprada en las tiendas con
las marcas más prestigiosas y los restaurantes en los que saciaban su apetito
solo eran para algunas pocas personas.
Cuenta Santiago:

Me preguntaba…¿Será una fiesta
sorpresa? ¿Tendré muchos regalos? ¿Irán todos mis amigos, mi familia? Eran
tantas las cosas que pensaba…
14 de agosto, 1981
6:00 am me levanto, lavo mis
dientes, tomo un baño con muchas burbujas hechas con un soplido a través de mis
manos, me visto con mi traje de la Rana René cuyos ojos saltones sobresalen
sobre mi cabeza, me dispongo a buscar a mis padres caminando como lo hubiera hecho un muppet…-papá, mamá, adivinen quién
cumple hoy- cuando abro la puerta de su cuarto ninguno estaba presente. -dónde
podrán estar- me pregunté. Claro, la respuesta fue muy sencilla al inspeccionar
su cuarto tras buscarlos por toda la casa, creí que se habían escondido para
salir de entre las cortinas y gritarle feliz cumpleaños, los palos de golf de
papá no estaban y las joyas de mamá no estaban en su mesa de noche. Era fácil
concluir que se fueron al club.
4:00 pm. Mis padres regresan
a casa conversando sobre su activo día en el club, -¿por qué te encuentras
triste hijo?- me preguntaron. -me levanté temprano para verlos y no estaban en
casa- les dijo. Su respuesta fue que sí recordaron el cumpleaños pero, pensaron
que no querría celebrar desde temprano, mucho menos solos los tres, además, que
algunos familiares se presentarían al anochecer.
6:00 pm. Se reúnen en la
casa mis tíos, tías, primos, primas y mi único abuelo con vida. No puedo quejarme
sobre la fiesta, regalos increíbles; minicarro eléctrico, ropa chivísima,
varios juegos; muy grandes y bonitos, un perrito como mascota. Fue muy divertido
recibir todos esos regalos, todo ya era perfecto.
Al final de la fiesta me
siento junto la chimenea con mi nuevo perrito y noto algo que nunca antes había
visto, fue algo que dio incertidumbre a mi
corazón, era abuelo sentado sin que nadie se le acercará en toda la velada.
Solo pasó sentado en un sillón colocado en una esquina de la sala, rodeado de
la familia pero, sin que existiera contacto entre ellos, fue como si abuelo existiera
en otra dimensión, una en la que solo él habita.
Me le acerco y le digo
-¿abuelo, por qué estas solo?-. –Muy sencillo mi nieto, observa a todos en esta
habitación- todos conversaban sobre sus logros, dinero, posesiones y demás
pero, nadie se abrazaba, se daba muestras de cariño o se sonreían entre sí,
solo se preocupaban por dejar claro quien se encontraba en mejor posición
salarial, social o material. En ese momento, una extraña sensación invadió mi
cuerpo, sentí que todo lo que me regalaron ese día no tenía significado.
Además, sentí una gran culpa por no haber visto antes a abuelo, por estar
concentrado en que regalos tendría. A lo que abuelo me dijo -no estés triste
nieto, solo pensá en cómo lograr que esto no suceda más con tus padres y
hermana ni cuando formes tu propia familia.-
14 de agosto, 2012
6:00 am
La razón, mis queridos
hijos, por la que hoy quise compartir esta experiencia es para que aprendan que
más importante que un regalo fino, es un abrazo al corazón, que más importante
que ropa lujosa y cara es tener salud, que más importante que aparentar tener
más cosas es tener espíritu y fe y así con muchas otras cosas de la vida,
porque como me lo dijo mi abuelo esa noche “todo el mundo trata de realizar
algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas”.
Así que con esta historia
iniciamos la celebración de mi cumpleaños, hoy vamos a ser felices en familia,
vamos a pasear juntos, reír juntos, gozar juntos y apreciar las cosas bellas de
la vida.
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