Parte importante de nuestra vida cotidiana se basa en situaciones o momentos que ponen a prueba nuestra forma de pensar, sentir o hacer las cosas. Constantemente la vida nos envuelve en una interacción constante entre las esferas del ser humano (biológica, psicológica, social y espiritual) la cual, nos lleva al enfrentamiento de distintas cosas, que pueden o no, desequilibrar nuestras mentes; pueden debilitarnos o podemos elegir crecer. El Mito de la Caverna trata sobre varios temas mas, me llama mucho la atención el caso de las personas que se encuentran atadas que, resistentes al cambio no desean cambiar su realidad una vez que regresa quien escapó.
Deseo relacionar este tema al ámbito personal. ¿Cuántas veces nos hemos visto en situaciones donde se nos pone a prueba? ¿En cuántas ocasiones hemos modelado nuestra forma de pensar y actuar porque estábamos equivocados?
Preguntas como estas me hacen pensar sobre cuántas veces he sido el atado y cuántas veces el que se liberó. A pesar de que siempre me he dirigido bajo una constante de tolerancia y aceptación. A veces se pierde la paciencia y se cae en el prejuicio y la resistencia a algo distinto. Lo ejemplificaré con un caso personal.
Cuando iniciaba mis prácticas como psicólogo durante la licenciatura, tuve que llevar durante todo ese año distintos procesos psicoterapéuticos con pacientes que llegaban a la clínica de la universidad. El segundo paciente que tuve fue un violador, por supuesto que en el momento que mi paciente me lo mencionó vino a mi una serie de sensaciones y sentimientos en contra de esa persona ya que, en ese entonces pensaba lo peor sobre ellos; que era basura, merecían morir, el peor de los castigos, entre otras cosas. En base a esos pensamientos fue que me cuestioné si debía seguir o no con el proceso de terapia.
Conversándolo con mi profesor sobre el tema, me sugirió que continuara con el simple comentario "el victimario también es víctima". ¿Víctima de qué? me pregunté internamente. Haciendo a un lado todos mi prejuicios sobre esta persona decidí continuar y fue en el camino de la terapia que me daba cuenta que esta persona mostraba un culpa real sobre sus actos, que además, fue violada en su infancia, por muchos años fue alcohólico y drogadicto y fue víctima de agresión. Fue cuando me di cuenta que el victimario también es víctima, de distintas cosas que lo llevaron a convertirse en quien victimiza.
Al final, analizando los sucesos me di cuenta que yo estaba equivocado al pensar que esa persona no necesitaba más que un terrible castigo. Tuve que botar todos mis prejuicios sobre la persona y aceptar el hecho de que me equivoqué pero, de que tenía una gran oportunidad para crecer personal y profesionalmente y eso fue lo que decidí.
Concluyo diciendo que el pensador crítico debe estar preparado para cualquier eventualidad ya sea, para proponer ideas, pensamientos, argumentos o para aceptar que se equivocó.
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